LA ARQUITECTURA GÓTICA
ARQUITECTURA Y SACERDOCIO
I
La arquitectura debe concebirse en una continua transformación dentro del contexto de la historia de la humanidad. Debe adaptarse a las circunstancias que cada época histórica le imprime, integrada a los avances de la tecnología, el desarrollo de nuevos materiales y a la realidad social. La academia insiste en hacer pensar al Arquitecto que el concepto de Arquitectura ha permanecido igual en el transcurso del tiempo, pretendiendo mostrar que los arquitectos siempre han obrado de forma igual y que solo los diferencian el sistema constructivo y las herramientas.
Los arquitectos al entrar en el campo de la competencia profesional, han materializado su saber perdiendo su carácter sacerdotal de que eran investidos los arquitectos de la antigüedad, por lo tanto para desarrollar un estudio de alguna época o estilo en la historia de la arquitectura, se hace necesario retomar ese carácter ministerial que poseían los arquitectos de antaño y ubicarlos dentro de su contexto histórico, marco este, que nos revelará la realidad implícita de su saber y las influencias que determinaron el desarrollo arquitectónico de un época o de un estilo.
Los constructores de la Edad Media se agruparon en gremios y logias, de carácter hermético, cerrados a los profanos, sin permitir la difusión de sus secretos simbólicos y constructivos, inclusive el manejo de las proporciones y los elementos formales. Dichos secretos, solo eran transmitidos de Maestro a Discípulo. En el libro De re ædificatoria publicado en 1450 León Battista Alberti, solo señala las proporciones y el manejo de los elementos formales de la Arquitectura de los gremios medievales; y al afirmar: "...el artista en este contexto social no debe ser un simple artesano, sino un intelectual preparado en todas las disciplinas y en todos los terrenos", revela entre líneas este secreto, pero deja oculta la magia con la que a base del manejo simbólico de los elementos, se logró una arquitectura capaz de sustraernos de la realidad y que nos incursa en un laberinto mágico lleno de esoterismo, arquitectura que fue considerada Bárbara, pero que penetró en las filas de una religión absolutista y a base de elementos paganos y llenos de herejía, camuflados dentro de una sacralidad colmada de reverencia hacia lo divino, pero sin considerar divina la doctrina de la religión que decían adorar.
Se pretende entonces, penetrar en los conceptos negados por el dogma, incursionando en el pensamiento de los constructores de las catedrales, en sus orígenes, en sus Dioses, y en bagaje que trajeron de oriente y que consignaron en el desarrollo de un Nuevo estilo que la historia conoce como Arte Gótico.
La arquitectura enriquecida en una pluralidad de lenguajes, se transforma con el paso de la historia pero no puede prescindir de ella; está formada en la línea del tiempo de manera secuencial y contestataria como una manifestación desarrollada de la Cultura. El pasado de la arquitectura, narrado a través de sus obras, es el lugar donde se comunica la nueva arquitectura, donde pueden extraerse significados profundos y substanciales. Toda obra construida en el pasado en concordancia a su tiempo y respondiendo a este, es un hecho concreto e irreemplazable, una realidad rica, que debe estudiarse, incluso por sus críticos y opositores.
II
La Arquitectura ligada a la historia de la humanidad; contiene escrita en sus piedras todas las prácticas, ritos, costumbres y estilos de cuyo discernimiento basa nuestro conocimiento de cómo hacerla. Esta lectura de tradiciones dentro de las obras de arquitectura no sólo se enmarca en la arquitectura clásica, sino que se extiende hacia todas las manifestaciones constructivas donde debe incluirse nuestro propio pasado precolombino, así como todas sus "manifestaciones apócrifas" tales como la arquitectura vernácula, la arquitectura ingenua, la arquitectura espontánea, o la arquitectura ecléctica. Redescubrir las tradiciones nos trasladaría a una dimensión diferente a la académica, donde solo se explora la línea recta del funcionalismo convencional, y se nos abrirían nuevas lecturas complementarias a aquellas que poseemos.
Estamos cruzando un periodo de desierto donde se acentúan las crisis, se da paso a transformaciones, se erosiona la fe, pero es al mismo tiempo un terreno abonado de posibilidades. La Arquitectura hoy, rompiendo el rígido yugo de la Modernidad, y terminada la salida en falso de la Post-Modernidad, puede entrar a "universos paralelos" en donde se exploren nuevos significados, penetrar en los espacios negados por el dogma, abriendo el compás a nuevas posibilidades donde se integre la idea primigenia, un lenguaje coherente, el interés del cliente, y el entorno cultural e histórico.
La tendencia de negar la tradición y la imposición del concepto profano de las artes liberales, ha resultado en una negación de lo sacro, concepto que rige el pensamiento universal de un Occidente que cada vez más alejado de sus raíces tradicionales.
El régimen iniciático de formación implantado desde siglos atrás en los gremios artesanales, especialmente durante la Edad Media, ha sido abandonado, así como la interrelación, en estas labores vinculadas con la Arquitectura e imaginería de los templos y palacios. Este saber tradicional que trascienden al tiempo y al espacio por haberse transmitido su esencia oralmente desde su génesis y a través de las más diversas civilizaciones, y olvidados en la apatía modernista de occidente, es un cofre de tesoros lleno de significados escritos en un lenguaje cifrado, base fundamental de una arquitectura con sentido.
Las obras de arquitectura, enmarcadas dentro un concepto Filosófico, y en este caso Teológico, no deben permanecer ajenas a los significados de los elementos significantes que la componen. Los estilos Arquitectónicos son poseedores de una doble lectura en las que interviene un código común a un nivel denotativo, es decir la ocupación de las formas en el espacio y su conjugación para lograr un objeto Arquitectónico, y de igual manera interviene un código hermético, cifrado a través de una lectura connotativa. Se habla entonces de un código sintáctico o sintagmático y de un código semántico. Si analizamos el Templo desde la sintaxis, se describirían sus elementos constitutivos definiéndolos al nivel de la ubicación estructural de sus partes, manejándolos dentro de un concepto solamente funcional y de su interrelación con las demás funciones. Los Códigos Semánticos en cambio denotan los significantes, es decir toman el significado del elemento y lo descifran dando el nuevo significante, que se enmarca dentro de un ámbito trascendente. Desde allí los elementos Arquitectónicos que componen el Objeto se llenan significado, significado que permanece oculto dentro de un lenguaje que debe ser cifrado.
El diseño de un Templo Gótico puede caer en el formalismo sintáctico y convertirse en una suma de elementos sustraídos de las obras maestras que lo llenan de orgullo, creando un elemento sin un significado trascendente; por lo tanto, para el desarrollo del análisis Arquitectónico del Templo se hace necesario entrar en los oscuros racionamientos de los Arquitectos Góticos y descubrir que en su mayoría eran Monjes Alquimistas poseedores de la verdad hermética, artesanos de la materia, que dentro del atanor, bajo el fuego secreto de la agricultura celeste, cocían el alma desde la materia primera hasta la crisopeya; "así, de esta manera, corriendo el manto que envuelve la sabiduría oculta en su argot, descifrar los incontestables acertijos que envuelven las grandes Catedrales Góticas". (Fulcanelli, el misterio de las catedrales)
Se rompe así el tabú que enmarcaba a los monjes constructores, en hombres sin escuela, sólo por el contacto con la naturaleza y la inspiración Divina, adquirían "milagrosamente" unas nociones constructivas que les permitían levantar catedrales. Dentro de esta significación filosófica se hace necesario conocer los pensamientos de los constructores, a fin de alcanzar la clave con la cual se abre la puerta del templo.
Se debe entender al Arquitecto Alquimista como un artista, imitador de la naturaleza y de la gran obra de la creación, que pretende separar, en su reducido cosmos, con ayuda del fuego secreto y del espíritu universal, las partes diáfanas, resplandecientes y inmaculadas, de las partes condensadas, lúgubres y rústicas, buscando con esta segregación, apartar la luz de las tinieblas y así poder saber el significado de la tierra filosofal y lo que los adeptos llaman cielo de los sabios, extrayendo sin mácula el sentido de la cábala fonética, que ha caído en el abandono.
Se transforman así los arquitectos en auténticos sacerdotes, ya que construyen un túnel entre lo arcano y lo evidente. El arte de la Edad Media no es espiritual ni profano, ya que ambas vías se pierden igualmente cuando se afirman de una manera separada. Se encontraron en este momento histórico la ciencia espiritual del abad y arte escultor pagano, que llenaron el recipiente vacío y concentraron en las abadías el saber cristiano y la ciencia hermética que llenó de símbolos el arte medieval y dio nacimiento a un "nuevo estilo". Si la ciencia del artesano de la materia no hubiera recibido la asistencia de la plegaria del abad, habría sido únicamente una magnífica técnica. El abad y el maestro alquimista, no son materialistas, ni espiritualistas, saben que la vida es, la amalgama de la ascensión y la encarnación, de la meditación y la creación.
III
Este "nuevo estilo" se impregna en todas las manifestaciones del arte desde el siglo X al XV, lleno de elementos paganos y una notable necesidad de buscar a Dios desde lo terrenal, elevándose hasta la luz. Se pretendieron varios significados del origen del término: 1. provenía de los godos, antiguo pueblo germano, 2. De los términos gótico y goético, pensando en que existía una relación estrecha entre el arte gótico y el arte goético o mágico, nacida de la palabra de origen griego, derivada de Goezía, aplicada a esa arquitectura que fascina, hechiza, y a veces engaña, 3. De un antiguo vocablo céltico, que significa la selva que forma una catedral con sus pilastras y entonces debería decirse goático. La academia ha pretendido sin resultado, sustituir el término Arte Gótico por el de Arte Ojival, en razón de la forma de los arcos que engalanan el estilo, sin que sea aceptado por los conocedores del arte, quienes sostienen para sí, la expresión Arte Gótico. Siendo el estilo fundado en origen oculto y hermético deben los lingüistas buscar el origen del término no en la etimología sino en su origen cabalístico.
El origen del término arte gótico más aceptado entre los conocedores del arte, nace como la distorsión ortográfica de la palabra argótico. El templo una obra art goth o de argot. Argot se puede definir como una lengua exclusiva de un grupo de individuos que no tienen interés en que sus pensamientos y conversaciones sean entendidos por los que le rodean, es pues una cábala hablada. Los argotiers, descendientes herméticos de los argonautas utilizaban esta lengua argótica.
Los conocedores del secreto, creadores de la catedral Gótica, hacían voto a Dios, a los Filósofos y a la equidad, de jamás revelar la verdad de su saber a nadie en palabras claras ya que de conocerse el misterio más oculto de la obra, los profanos igualarían a los conocedores y todos, sin discriminación, se inmiscuiría en su Filosofía destruyéndola.
Eran pues los Arquitectos, poseedores del secreto Alquímico, continuadores de la obra de la creación, extensión de la mano creadora de Dios, los que proyectaron y levantaron las obras maestras argóticas, conocedores de la ruta al Jardín de las Hespérides y que consideraban que dicha verdad no vino al mundo explícita, sino en tipos de imágenes y que nadie recibirá la verdad de otra manera. El argot forma parte de un estilo de vida de un grupo de individuos dispuestos a romper las normas, los usos y los protocolos para establecerse fuera de lo convencional y a los que se les ajusta el término iluminado, que significa hijo de la luz. Así lo afirma el maestro Fulcanelli al considerar el arte gótico, o "el art got o cot (Xo), como el arte de la luz o del espíritu, designado exclusivamente para iniciados de una arquitectura que convierte una catedral en un atanor, usado para la transmutación del alma humana".
Los arquitectos góticos, se inclinaban más en confluir sensaciones cósmicas en un cuerpo arquitectónico, que en levantar un templo para la orden que se lo encargaba, para la congregación contribuyente o para el Dios que decían adorar. Estos juegos de palabras, encaminan al entendido hacia una fe real. Los elementos del estilo se orientaban de acuerdo al orden establecido, no había lugar para el capricho, ni para lo casual, ni eventualidad, ni coincidencia accidental; todo estaba predicho preciso y preceptuado, y no corresponde al proyectista modificar a su gusto el mandato inalterable del destino; este era el pensamiento del Arquitecto Gótico que buscaba a través del correcto ordenamiento de lo ya concebido, darle sentido material a todo el contexto filosófico y teológico que significaba el estilo.
IV
No en vano era el temor del Sabio Rey Salomón cuando decidió construir un Templo para su Dios, el más "…Grande sobre todos los Dioses. Más ¿Quién podrá edificarle una casa, siendo que los cielos y los cielos de los cielos no pueden contenerlo?" (2 Libro de Crónicas 2, 5-6).
El Templo, Casa de Dios, es un enlace armonioso entre el hombre y el universo; Todos los pueblos lo han considerado como el hogar de la esperanza, sitio de equilibrio entre lo humano y lo divino, el espacio donde el hombre se puede conectar con Dios. Los Constructores del Templo debían conocer la voluntad y el poder creador de la naturaleza para desarrollar esta arquitectura llena de simbolismo.
El Templo gótico es como una gran caja de resonancia de fuerzas terrenales, a la vez que enmarca la forma ideal para señalar el espacio y tiempo sagrado en el que el ser humano se adentra en su esencia espiritual más profunda. Los templos cristianos son por naturaleza, exaltadores de la fe, pero así mismo el templo gótico es un gran libro pétreo de simbolismo arquetípico, especialmente alquimista. Fulcanelli en su libro el misterio de las catedrales, ha calificado a las Catedrales Góticas como libros lapidarios tienen sus letras esculpidas, y que hablan por el espíritu imperecedero que exhala de sus páginas, la lengua de las piedras que habla este antiguo arte.
El nuevo estilo desafió la naturaleza a través de las atrevidas bóvedas, la magnitud de sus proporciones y la artesana ejecución de cada uno de sus elementos componentes, e hicieron del templo una obra original y armoniosa.
La descripción magistral del maestro Fulcanelli de la Catedral Gótica en el Misterio de las Catedrales, habla por sí misma quedando cualquier otra descripción corta y entre sus letras descifra el secreto de sus constructores:
"Este pueblo de quimeras enraizadas, de juglares, de mamarrachos, de mascarones, y de gárgolas amenazadoras, - dragones, vampiros, tarascas - es el guardián secular del patrimonio ancestral. El arte y la ciencia, concentrados antaño en los grandes monasterios, escapan del laboratorio, corren al edificio, se agarran a los campanarios, a los pináculos, a los arbotantes, se cuelgan de los arcos de las bóvedas, pueblan los nichos, transforman los vidrios en gemas preciosas, los bronces en vibraciones sonoras, y se extienden sobre las fachadas en un vuelo gozoso de libertad y de expresión, nada más laico que el esoterismo de esta enseñanza, nada más humano que esta profusión de imágenes originales, vivas, libres, movedizas, pintorescas a veces desordenadas y siempre interesantes; nada más emotivo que estos múltiples testimonios de la existencia cotidiana, de los gustos, de los ideales, de los instintos de nuestros padres; nada más cautivador, sobre todo, que el simbolismo de los viejos alquimistas, hábilmente plasmados por los modestos escultores medievales."
Aparece entonces, la doble lectura ya que siendo El templo la casa de Dios; el hombre es también templo de Dios, y éste al crearnos "a su imagen y semejanza", y habiendo depositado en él su Espíritu, convierte sus proporciones en patrones a seguir en el diseño de la planta y alzado del edificio construido tradicionalmente, tal y como lo señaló Vitruvio.
Vitruvio comprendía la arquitectura como la unidad de tres ordenes, a saber: Las Venustas, relacionadas con la Belleza; las firmitas, relacionadas con la estabilidad constructiva; y las utilitas, relacionada con la función. Con estas tres condiciones dadas para definir la buena arquitectura, la obra queda enmarcada dentro de un contexto urbano, es decir, relacionado con un entorno, dentro de una línea exclusivamente funcional; dentro de un contexto técnico constructivo que trasciende al campo de la ingeniería; y un producto ornamental donde juegan parte fundamental la Luz y la sombra, el color, la proporción, el equilibrio entre lo lleno y lo vacío, es decir, un lenguaje de la forma. A este pensar clásico, es decir, la arquitectura es Bella, firme y útil, los Arquitectos medievales agregaron un nuevo valor, e introdujeron una nueva lectura, oculta entre las piedras bellas firmes y útiles que la componían.
V
La Catedral Gótica es la representación del universo escolástico, como una entidad de carácter divino, tangible en sí misma y por lo tanto inmutable y absoluta. Sus Arquitectos no tenían que inventar el mito, sino formalizarlo. Daba expresión a la idea que hacia parte del pensamiento de su generación y que se había formado por la costumbre religiosa del pueblo.
El Arquitecto resta importancia al valor simbólico de las relaciones espaciales, que en principio es independiente y se interesa en realidad por la relación indiscutible de la divinidad y sus obras. Todos los seres existentes en el universo provienen del saber divino y se instalan en el espacio según su forma y espiritualidad.
La tendencia neoplatónica agustiniana encuentra en las relaciones numéricas (geométricas y musicales), por su perfección el elemento utilizado por Dios en la construcción del cosmos, Dios es el Hábil Arquitecto que construye la creación, su habitación real, engalanando con armonía la diversidad de los elementos creados, como si fueran finas sucesiones de consonancias musicales. Repitiendo este suceso elemental el Arquitecto Gótico utiliza el número como base de su obra y encuentra en las indiscutiblemente sublimes y perfectas proporciones de las obras creadas directamente por la divinidad los prototipos de las obras terrenales, es decir, los arquitectos se transforman en el instrumento de la mano creadora de Dios para continuar su obra.
En la Arquitectura, esta cosmovisión se manifiesta con singular claridad en el desarrollo de una menor estructura en los muros de cerramiento con el fin de alcanzar una cabal homogeneidad del espacio religioso con el más espiritual de los elementos, La Luz Divina, que se filtra para resaltar la idea de trascendencia. La Arquitectura Sagrada Gótica esta comprometida en un combate sin cuartel contra la gravedad la cual se niega, para formalizar el milagro fascinante de un espacio que naciendo de las entrañas de la tierra se engrandece por encima de lo material hasta alcanzar a Dios.
Era una la época en la cual el hálito de la fe materializaba en obras maestras de piedra catedrales y abadías que Europa no volverá a ver. Las ciudades, competían en edificar catedrales grandiosas, a menudo desproporcionadas en relación con número de sus pobladores, que hubieran los cuales cabrían cómodamente en un templo tres o cuatro veces menor.
La Catedral Gótica es el cosmos, la creación, un universo con demonios, ángeles, reyes, tradiciones y sublimes exaltaciones. Un universo vital, excitante, elocuente, simbólico, una verdad que hechiza, descubierta por los que tienen "ojos para ver" para entender la trascendencia la vida de los hombres dentro de esta enérgica y colosal arca pétrea, "un mundo que había que observarse, - según Goethe -, doblando la cabeza hacia atrás". Una realidad de la que los constructores de las Catedrales eran muy conscientes; tanto así, que pusieron en circulación el cuento del viajero que encuentra a tres hombres cada uno de ellos concentrado en su trabajo, y le pregunta a cada uno qué es los que hace.
"Trabajo para vivir" contesta el primero
"Cumplo con mi oficio" contesta el segundo
"Construyo una Catedral" responde orgullosamente el tercero.
Y orgullosamente, tenía razón.
REFLEXIONES FINALES
La conceptualización de la arquitectura ha recibido transformaciones de acuerdo al acontecer histórico, y se ha adecuado a las circunstancias y a los nuevos conocimientos tecnológicos de cada época. Los hombres de la modernidad han querido atribuir a los arquitectos de antaño las mismas funciones y realidades que asumimos los arquitectos actuales, sacándolos de su realidad histórica.
Los Arquitectos, en la antigüedad eran investidos de un carácter sacerdotal y eran conocedores de verdades herméticas, reveladas de maestro a discípulo. En la Edad Media la construcción sagrada de los templos góticos estuvo en manos de gremios de artesanos, de naturaleza hermética.
El arte gótico aparece el cielo de Europa rompiendo con un estilo horizontal que creía haber llegado a la perfección constructiva, y creció paralelo a resurgimiento del clasicismo, que lo trató como un arte Bárbaro. No es casualidad que este misterioso estilo haya surgido dentro del espacio histórico en que la cristiandad pretendió la recuperación de los santos lugares, y que fueran los monjes de las ordenes monacales que estuvieron estrechamente ligados a la conquista de tierra santa los creadores de este arte. Cluniacenses, Cistercienses y Templarios fueron en su orden los creadores de una nueva forma de arquitectura, que no quiso permanecer enmarcada dentro de la formalidad y majestuosidad de sus obras, sino que trascendió los límites de lo sensorial y gravó entre sus formas un lenguaje cifrado que contenía la sabiduría de una cultura que no era compatible con el poder absoluto de la época y para quienes se construyeron estos monumentos.
La irreverencia de los Arquitectos Góticos, se entiende después de haber recorrido en este estudio, la historia de pueblo de Israel, su conocimiento de Dios y la influencia de las religiones de los pueblos vecinos sobre su doctrina, el nacimiento del cristianismo, así como la deformación que sufrió al transformarse en religión Católica y en el poder absoluto del medioevo y la influencia de las doctrinas y pseudociencias orientales tales como cábala, alquimia, astrología, etc., y que llenaron de herejía la fe de unos monjes medievales que huyendo de la persecución de los Santos Inquisidores se refugiaron en Conventos y gremios artesanales, se hicieron constructores y desde allí quisieron revelar al mundo en un lenguaje cifrado, escrito en las piedras de su arte, para que no pudiera ser entendido por el vulgo, ya que estos ignorantes no hubieran sido capaces de perdonarlos.
Los Monjes Arquitectos, los obreros, talladores, vidrieros, escultores, carpinteros, artesanos, hacían parte de una cerrada casta sacerdotal, con una organización copiada de su antigua orden templaria, y guardaban celosamente los secretos de su arte, considerando que su ciencia era un patrimonio exclusivo de los sabios.
Si los Arquitectos contemporáneos tuviéramos el convencimiento que del arte tenían los arquitectos góticos y en el mejor sentido de la palabra, volviéramos a ser la casta sacerdotal, instrumento de Dios para terminar su obra creadora, la arquitectura volvería a ser una profesión conformada por una elite espiritual, llena de sabiduría y comprometida en la construcción de un mundo mejor, devolviéndole a las obras el carácter simbólico que debe contener un espacio arquitectónico rico en sensaciones y no la suma de formas estéticamente ordenadas de acuerdo a un patrón o estilo pero sin ninguna trascendencia.
ALQUIMIA
Desterré su aliento del fondo
Cocí el dolor en el atanor,
bajo el fuego secreto
de la agricultura celeste.
Fundí mi alma como en dragón ígneo
que oculta en su vientre
el acero mágico y el imán
por medio de Vulcano ardiente
en forma de agua mineral
Arrojé la costra
purifiqué el núcleo tres veces
por el fuego de rueda
y la sal de los filósofos
del caos a la materia cercana
bajo el fuego natural,
hasta la crisopeya
cuando Saturno reflejó su imagen
en el espejo de Marte
Panacea que me trasmutó
desde la materia prima
hasta la piedra filosofal
Evitando al sofista
Evitando al fraguador
Atado al hilo de Ariadna
en el camino de Dédalo
Tu entiendes el argot…
filósofo Hermético.
Jorge Bitar Ramírez
BIBLIOGRAFÍA
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Zevi, B. (1969) Arquitectura in nuce. Madrid. Aguilas S.A. Ediciones.
Ensayo presentado en la cátedra de TEORIA DE LA ARQUITECTURA dentro de la Maestría ARQUITECTURA CUIDAD E IDENTIDAD de la UNIVERSIDAD NACIONAL EXPERIMENTAL DEL TÁCHIRA
San Cristóbal, Diciembre 2008