viernes, 10 de julio de 2009

LA INFORMALIDAD COMO UNA REALIDAD SOBRE LAS POLITICAS DE ESTADO

LA INFORMALIDAD COMO UNA REALIDAD
SOBRE LAS POLITICAS DE ESTADO


HISTORIA COMERCIAL DE LA CIUDAD

La ciudad de Cúcuta, desde principios del siglo pasado ha sido sometida a continuos flujos migratorios que han tenido consecuencias sociales, culturales, políticas y económicas.

Antes del siglo XX, además de los criollos ya asentados en la ciudad y los aborígenes y negros libres, llegaron a la ciudad, catalanes, alemanes e italianos, entre otros extranjeros. La ciudad en 1875 tenía una población de 11.846[1] habitantes de los cuales más de cinco mil eran extranjeros, cifra alta en comparación con las demás ciudades de Colombia y Venezuela. Los árabes, empezaron a llegar a comienzos al final de la primera guerra mundial y traían pasaporte turco, por lo que fueron llamados turcos por los habitantes de la ciudad. De Venezuela se asentaron en Cúcuta familias de Zulianos, Merideños y Tachirenses. Todos estos extranjeros llegaban con vocación de comerciantes, implementando un comercio activo en al zona de frontera y explotando la cercanía y salida al lago de Maracaibo, haciendo que la ciudad perdiera su vocación agrícola y se centra únicamente en actividades comerciales. Al contrario, los Cucuteños no emigran de manera como lo hacen habitantes de otras regiones, sino que se establecen en su tierra y permanecen enraizados por generaciones, haciendo que los foráneos terminen sintiéndose cucuteños. El decir es que a un cucuteño no se va de Cúcuta ni con un terremoto y al visitante que a Cúcuta no se viene sino se vuelve.

Esta proliferación de extranjeros y nacionales de otras regiones asentados en Cúcuta y dieron un vuelco a la ciudad hacia el comercio desmedido y desordenado. La ciudad perdió el sentido de pertenencia y la fuerza que tenía la generación del ferrocarril a finales del siglo XIX, la ciudad se convirtió en un bazar donde se vendían mercancías al mayor y al detal en locales, casetas, espacios públicos y cualquier lugar donde los compradores venezolanos pudieran llegar con su poderoso Bolívar.

Los elementos simbólicos de la pertenencia de la ciudad desaparecieron y los valores cambiaron. La marca social de la ciudad de las calles amplias se convirtió en caos, mercadería y desorden, de la mano de las autoridades que omitían y permitían.

Lo urbano quedo subyugado a la condición impuesta por el animal humano,

Nuestra ciudad creció producto de su pujanza comercial recibiendo foráneos que buscaron pasar a Venezuela y terminaron quedandose, engrosando los cinturones de miseria, promoviendo invasiones y asentamientos subnormales generando una inestabilidad natural, dentro del consabido fenómeno de “urbanismo sin urbanidad” integrado tan sólo por un espíritu comercial

La ciudad creció bajo el paradigma de “ciudad de nadie”; una ciudad donde hay que “ganarse la vida” y donde para hacerlo es necesario “moverse”, actuar como cazadores, invadiendo y tomando para sí todo espacio libre donde fuera posible la caza.

El crecimiento desordenado e informal y la generación de asentamientos subnormales de la ciudad en los últimos 25 años del siglo pasado fueron más rápido que el desarrollo formal urbano, comercial y educativo. La ciudad de Cúcuta perdió pertenecía y se convirtió en tierra de nadie, donde los foráneos podían venir a hacer “lo que les diera la gana”, llenando la ciudad de establecimientos comerciales formales e informales, con el auspicio de la politiquería de turno, a donde llegaban los compradores venezolanos con el poder de su divisa y dentro del mayor caos urbano y cívico se convirtió a la perla del Norte en la vitrina de Colombia y el prostíbulo de Venezuela. Los valores de solidaridad, buena vecindad, buen ciudadano, la limpieza de la ciudad, la moral y las buenas costumbres, pasaron a un segundo nivel.

En la búsqueda de medios de subsistencia, y descubierta la vocación comercial de la ciudad, hombres y mujeres de distintas profesiones, “renunciaron” a su saber hacer y se dedicaron al oficio del comercio, sin ninguna experiencia o capacitación, solo comprar y vender y que algo quede en la diferencia para el sostenimiento de la familia.
Como espacio de trabajo se tomaron el espacio de nadie, lo público, aceras y plazas que circuladas por compradores venezolanos sirvieron de alberge a sus mercancías, organizando esta informalidad en sindicatos con el amparo cómplice de las autoridades de turno.

RESPUESTAS PÚBLICAS Y PRIVADAS

Contrario a esta cultura del espacio público como tierra de nadie, la constitución política de Colombia de 1991, en su artículo 82, estableció: "Es deber del Estado velar por la protección de la integridad del espacio publico y por su destinación al uso común, el cual prevalece sobre el interés particular."

Por medio de acción de tutela, amparo establecido en la misma carta magna se obligó a la administración local a dar cumplimiento al citado artículo, y por medio del desalojo se recuperó para el ciudadano común el espacio público, primero en el centro de la ciudad, y posteriormente el mercado la sexta.

El desalojo trajo consigo la búsqueda de la reubicación del punto de trabajo en un sitio formal, generando la construcción de centros comerciales para albergar a los desplazados comerciales informales, y produciendo una oferta de locales

Pasada más de una década del desalojo, y la recuperación del espacio público, la transformación del centro de la ciudad, dentro del proyecto de “Centro Comercial a Cielo Abierto”, y el control policivo sobre los buhoneros, el fenómeno de la invasión del espacio no se terminó. Dentro del marco cultural que envuelve al comerciante informal, la ubicación de puestos de venta ambulante en el centro de la ciudad es el modo de ofrecer sus productos y lograr los recursos para su subsistencia. La ubicación dentro de un espacio comercial formal no es alternativa, por no contar con recursos para el sostenimiento de un local, por no creer que tengan algún futuro dentro de la formalidad, por miedo a ser intervenidos por autoridades de impuestos, por creer que no va haber el flujo de personas que garanticen la venta, entre otras justificaciones.

CONCLUSIONES

Lo anterior muestra que las políticas de estado son insuficientes para lograr una recuperación del espacio público sin buhoneros, ni ventas ambulantes. La cultura informal de los cucuteños y los compradores venezolanos permiten que este tipo de comercio permanezca vigente, por que al haber quien compre, siempre habrá quien venda. El incremento de mujeres cabeza de hogar en el oficio de las ventas ambulantes es notorio, igual que la sistemática transición a mercancías más manejables y de fácil transportación.

El estado debe trascender la preservación y el mantenimiento del orden público, creando conciencia en la comunidad, de asumir uso y goce del espacio público como una responsabilidad, una obligación de todos, y un derecho fundamental que permitan el desarrollo comercial como fundamento de la vocación de la ciudad, sin menoscabar los derechos adquiridos por los que se acogen a la formalidad, pero sin perjudicar a las familias que por razones culturales o económicas subsisten de la informalidad comercial.

Se debe conocer y determinar las diferentes causas que generan este fenómeno, y, diseñar políticas públicas integrales y efectivas basadas en los principios rectores de: 1) La educación; 2) La tolerancia; 3) La Solidaridad; 4) Prioridad del interés general sobre el particular; 5) La igualdad y reconocimiento de la dignidad humana, como un derecho de aquellas personas que por su condición económica o física se encuentren en circunstancias de debilidad manifiesta.

BIBLIOGRAFÍA

Ángel, Rafael E. (1990) Historia de Cúcuta. La casa del Duende.
Lefebvre, H. (1969) El Derecho a la Ciudad. Barcelona: Ediciones Península.
Pérgolis, JC. (1997). “La ciudad, la otra mitad del sol”, Revista Arte para Bogotá. Ed. Universidad Nacional de Colombia e Instituto Distrital de Cultura y Turismo. Bogotá.
Velásquez, F. (1996) Ciudad y Participación. Ediciones Foro Universidad del Valle. Cali
Yori, Carlos Mario. (2003) Topofilia, Ciudad y Territorio. Universidad complutense de Madrid.
Fragmento del ensayo presentado en la catedra de METROPOLIS TRANSFRONTERIZAS dentro de la Maestria ARQUITECTURA CUIDAD E IDENTIDAD de la UNIVERSIDAD NACIONAL EXPERIMENTAL DEL TÁCHIRA

San Cristóbal, 10 de julio de 2009


[1] Fuente: Ángel, Rafael E. (1990) Historia de Cúcuta. La casa del Duende.