sábado, 4 de abril de 2009

LA VOCACIÓN DE LA CIUDAD


LA VOCACIÓN DE LA CIUDAD
Ciudad - región y globalización

Si se aborda la relación espacio - ciudad desde el análisis de las teóricas clásicas de la económica hasta llegar al fenómeno de la globalización, entendemos que la construcción de la ciudad es un fenómeno natural que ha pretendido crecer, a través de la línea del tiempo, respondiendo a las tendencias de las formas de la acumulación del capital.

Es el objeto de este ensayo exponer como la ciudad contemporánea transforma su entorno inmediato y pasa a de ser un ente territorial limitado a buscar una vocación apoyada por los asentamientos urbanos de su entono próximo que la fortalezcan y la transformen en una ciudad región[1] para que sea posible su inclusión en la red global de ciudades, rebasando los límites de lo regional y lo nacional, sacrificando inclusive su identidad.


I

En la fatua Nueva York
da más sombra que los limoneros
la estatua de la libertad,
pero en desolation row
las sirenas de los petroleros
no dejan reír ni volar

Desde el nacimiento de los asentamientos urbanos, la construcción y crecimiento de la ciudad antigua, las primeras revoluciones urbanas, Egipto, Mesopotamia, Fenicia, Creta, el origen de la ciudad griega, el urbanismo romano, el desordenado y laberíntico urbanismo medieval, el paso agigantado del renacimiento a la modernidad, la rotura de paradigmas, generadora de la revolución industrial, el crecimiento desordenado de la ciudades modernas, la búsqueda utópica de de la ciudad ideal y el desarrollo de teorías urbanas, gestoras de la ciudad contemporánea, son todas respuestas a los modelos económicos de su tiempo.

Los modelos urbanos concebidos en la revolución industrial y el movimiento moderno por los padres del urbanismo, Saint-Simón, Fourier, Godin, Ebenezer Howard, Raymond Unwin, Patrick Geddes, Arturo Soria y Matta, Haussmann, Cerda, Le Corbusier, etc. para la creación de una ciudad ideal que cumpliera con todos los requisitos sociales, políticos y económicos, aunque se tornaron en ejercicios interesantes, no llegaron a cumplir las expectativas de sus creadores, ni pueden ser aplicables al nuevo concepto de ciudad.


II

y, en el coro de Babel,
desafina un español.
No hay más ley que la ley del tesoro
en las minas del rey Salomón.

La ciudad es un organismo vivo, que crece y se alimenta del desarrollo de las tendencias económicas que rigen su tiempo, demarcan su permanencia y vigencia dentro del contexto urbano – histórico, genera procesos migratorios, asentamientos, fenómenos de explosión o implosión urbana, que conllevan al nacimiento de metrópolis, ciudades región, megalópolis, ciudades globales.

En la tendencia actual de un mundo neoliberal, donde la acumulación del capital marca la fortaleza de la ciudad, y ésta, en sí misma deja de ser el espacio contenedor del desarrollo urbano y económico, para pasar a ser una ficha dentro de una gran red global, a la que se le asigna una función especifica dentro de un “marco corporativo”, marco este, que busca controlar la oferta y la demanda y el mercado de capitales, y lucha contra la aparición de economías terciarias, economías subterráneas, y nuevas formas de acumulación de riqueza.

Dentro de este proceso de globalización urbana[2], conectado a través de la tecnología, redes virtuales y telecomunicaciones, y complementada por un sistema de infraestructura de transporte y movilidad, cada vez más eficiente y en crecimiento, en el que se neutraliza el territorio y la distancia, las ciudades tienden a unir esfuerzos entre sí, de manera que sea posible, por medio de una integración urbano-regional, sumar fortalezas para competir dentro del voraz sistema neoliberal. Esta suma de fortalezas genera en la ciudad-región una vocación que la hace competitiva y actual.


III

Y desafiando el oleaje
sin timón ni timonel,
por mis sueños va,
ligero de equipaje,
sobre un cascarón de nuez,
mi corazón de viaje,

Los asentamientos urbanos desde la revolución industrial, se transformaron en espacios de producción dominados por el mercado financiero que maneja el sistema económico global. Este sistema económico se apoya físicamente en espacios urbanos que han adquirido connotaciones de “ciudad global”, acumuladoras de un gran poder económico, conectadas entre sí. Se destacan en esta nueva geografía, ciudades como Londres, New York, Tokio, París, Frankfurt, Zurich, Amsterdam, Los Ángeles, Sidney Hong Kong, Shanghai, Bangkok, Taipei, Sao Pablo y México D.F. Esta nueva geografía solo incluye la ciudad, más no el país de la que hace parte porque a pesar de la actividad económica entre estas ciudades, a través de los mercados financieros, el comercio de servicios y las inversiones, existe una abierta desigualdad, con ciudades del mismo estado, sobre todo en países en vía de desarrollo.

Aparece entonces una nueva geografía, ya no supeditada a efectos de la división política o corrientes nacionalistas, sino adecuada al lugar, al espacio físico que la contiene y a su posible desarrollo e interconexión con otros polos urbanos dentro de su región natural, que aúnen esfuerzos a través de una integración cierta en infraestructura, fuerza de producción y comercialización, servicios públicos, conservación ambiental, explotación de sus riquezas, variedad de empleos y formas de trabajo. Desde esa interconexión, la ciudad región debe integrarse, primero de manera física a las otras ciudades - regiones de su entorno inmediato, buscando salidas hacia los puertos naturales que la conecten con la globalidad por medio de una red de infraestructura de transporte, y segundo a través de las redes virtuales y de telecomunicaciones.

Emerge un nuevo tipo de identidad urbana[3] y una nueva comunidad que lo habita, que se conforma a través de la red de ciudades globales, basado en su poder económico y financiero, desplazando y subordinando al poder político. Este nuevo orden de desarrollo urbano se inserta en lugares estratégicos con características transregionales en su conformación física, sin depender del estamento político, y transterritoriales al vincularse entre si con otras urbes sin proximidad geográfica, pero con un gran número de transacciones a través de las telecomunicaciones.

Las economías locales de los países periféricos a este nuevo orden mundial, buscan afanosamente internacionalizar su economía, buscando atraer inversión extranjera, y tener acceso a los mercados globales, a fin de obtener divisas de fuerte denominación, sacrificando con este modelo neoliberal su identidad, cediendo el marco de su nacionalismo[4], al permitir como afirma Loscher en “dilemas del presente” (p. 24) “…levantar restricciones aduanales, la privatización de empresas del estado, la permisividad del flujo de capitales con libre entrada y salida…”


IV
luciendo los tatuajes
de un pasado bucanero,
de un velero al abordaje,
de un no te quiero querer.

La ciudad se volvió un bien de consumo que se ofrece. Como toda mercancía, busca demanda, se hace atractiva y se vende, no solo a sus habitantes, entorno, área metropolitana o región, sino a extranjeros, en busca de ingresos y recursos que proporcionen estabilidad económica a sus arcas, a la de sus inversionistas, y por último a sus residentes.

Manifiesta Carlos Mario Yory en su escrito “Ciudad consumo y globalización” (2006) que las ciudades solo tienen una vía de penetración al proceso de globalización de manera que las “economías precarias” no tienen más remedio que alinearse para tener un sitio dentro del gran marco neoliberal de la economía. En el mismo texto, el autor determina tres pretensiones de la globalización desde el consumo, la primera es la homogenización del valor, en el que la universalización nos lleva a subordinar el valor de cambio por el valor de uso, constituyéndole a los objetos de consumo un valor eminentemente simbólico. De esta manera, los derechos del consumidor adquieren más jerarquía que los derechos del ciudadano.

La segunda pretensión que plantea Yory es la homogenización del espacio, en el que el lugar deja de ser relevante por sus características ambientales y socio - espaciales y asume importancia por su ubicación y potencialidad estratégica. “En esta medida, si bien existe una aparente homogenización del espacio global, está solo se da a nivel funcional y en ningún caso a nivel “significacional”, puesto que los espacios como las mercancías, no son los mismos para todo el mundo” (2006: P.81).

En su tercera pretensión Carlos Mario Yory habla de la homogenización del lenguaje y la resume en las cuatro formas cómo la globalización homogeniza el lenguaje:
La llevada a cabo por la informática
La que se desprende del uso generalizado de los códigos urbanos
La de los medios de comunicación
Y la del mercado a través del consumo (2006)

V
El Dorado era un champú,
la virtud unos brazos en cruz,
el pecado una página web.
En Comala compren
que al lugar donde has sido feliz
no debieras tratar de volver.

Al aterrizar este escrito a nuestras ciudades latinoamericanas, resultado de ensayo y error de urbanistas y planificadores; de asentamientos subnormales que se consolidaron con el paso de los años; de la ausencia de planificación urbana; encontramos ciudades fragmentadas, difusas y privatizadas, pretendiendo rescatar su identidad a través de la restauración de sus centros históricos; induciendo forzadamente nuevas centralidades; auspiciando la cultura del automóvil y pretendiendo igualar las grandes urbes al generar centro financieros y de negocios que emulan los grandes edificios de las corporaciones globales. Nuestras ciudades son una mezcla de densificación y dispersión, fragmentada por una mixtura de tejidos sociales que se materializan en construcciones urbanas que le dan identidad a cada fragmento[5].

Entramos en el complicado esfuerzo de dar a nuestras ciudades latinoamericanas una identidad y una vocación para que puedan ser ofertadas con éxito en los mercados mundiales y pasen a ser parte de esa exitosa red de ciudades que conforman la “Aldea Global”. Dentro de este quijotesco esfuerzo algunas ciudades apuntan sus estrategias hacia el turismo, aprovechando los recursos naturales que les pueda dar su posición estratégica.

Se pretende imitar a ciudades como Barcelona, Valencia, Bilbao, que han implantado, incluso fuera de contexto, objetos arquitectónicos con la firma de grandes diseñadores a fin de que sean hito representativo y atrayente para ofertar la ciudad; Nos inventamos, ferias, eventos, carnavales, congresos, exposiciones, etc. para ofrecer nuestras ciudades. Las vendemos como “ciudad universitaria”, “ciudad industrial”, “ciudad comercial”, “centro financiero y de negocios”. Ejemplo de renovación urbana del espacio público, son: Bogotá, Rio, Ciudad de Méjico, Santiago de Chile, Buenos Aires; ciudades que han sido intervenidas y transformadas en su entorno físico y social a través de elementos ordenadores de lo público, lo cultural y lo cívico.

Lo anterior me lleva a concluir que la ciudad actual, se desarrolla dentro de un criterio de gobernabilidad flexible, incluso relevando el poder político, y adaptando las políticas de Estado a sus necesidades, de manera que sea posible implementar y desarrollar una vocación atrayente, de la mano con las corrientes económicas vigentes, apoyada por unas estrategias gubernamentales[6] que permitan el desarrollo de la infraestructura física y virtual necesaria que la pongan en contacto directo con la “aldea global”.

Pasa a segundo plano el asentamiento físico, ya que su desarrollo urbano va a ser marcado en adelante por el capital y no por los recursos naturales de su entorno. Es la inyección de los grandes capitales de las corporaciones que conforman el poder económico, las que transforman el asentamiento adaptando la ciudad a sus requerimientos y no el componente, físico, topográfico o geográfico que limite o acelere el desarrollo de la ciudad, generándose un nuevo urbanismo que transforma el medio ambiente de acuerdo a las necesidades de la inversión.

Y cómo huir cuando no quedan
islas para naufragar
al país donde los sabios se retiran
del agravio de buscar
labios que sacan de quicio,
mentiras que ganan juicios
tan sumarios que envilecen
el cristal de los acuarios
de los peces de ciudad
que mordieron el anzuelo,
que bucean a ras del suelo,
que no merecen nadar.

(Joaquín Sabina, Peces de ciudad)

BIBLIOGRAFÍA

YORI, C. (2006) CIUDAD CONSUMO Y GLOBALIZACIÓN Caracterización de las grandes metrópolis en el comienzo de siglo: una mirada desde la relación entre consumo y sociedad
Publicado por Pontificia Universidad Javeriana. Bogotá.
LOSCHER I. (2008) DILEMAS DEL PRESENTE. CARACAS Editorial Randon House Mandorini
BORJA, J. (2007 ) “Revolución y contrarrevolución en la ciudad global: las expectativas frustradas por la globalización de nuestras ciudades". Revista Latinoamericana de Estudios Urbano Regionales, Vol. XXXIII, No. 100, diciembre, pp. 35-50.

Ensayo presentado en la cátedra de ARQUITECTURA Y CIUDAD EN LA SOCIEDAD ACTUAL dentro de la Maestría ARQUITECTURA CUIDAD E IDENTIDAD de la UNIVERSIDAD NACIONAL EXPERIMENTAL DEL TÁCHIRA


[1] Se puede definir ciudad región como un espacio geográfico, compuesto por una conurbación de fronteras delimitables, con gobernabilidad, normativa y hechos metropolitanos; subsistemas ambientales, administrativos, culturales y económicos en unas condiciones regionales específicas; redes entre fronteras transterritoriales, división especializada de relaciones funcionales, criterios de sostenibilidad, plataforma urbana y ordenamiento territorial.

[2] Entendiendo como globalización urbana como la internacionalización de los medios de producción y desarrollo económico fincado en una red de ciudades globales relacionadas unas con otras en una trama imposible de superponer, relevando el protagonismo de la ciudad al de las corporaciones transnacionales, proceso que genera movimientos migratorios, espacios multiculturales, intercomunicaciones en tiempo real, entre otros.

[3] Las ciudades que conforman esta red global urbana, ya no pertenecen al sistema geopolítico o territorial de la nación, sino trasciende el umbral nacional, haciendo parte de una nueva identidad citadina y globalizada, dejando atrás sus raíces culturales.

[4] El habitante de la nueva ciudad transforma su entono, su cultura, sus costumbres, su argot para hacerlo acorde al nuevo rol de ciudadano global, perdiendo así en un balance costo beneficio, su identidad nacional.

[5] La ciudad se teje como una gran colcha de retazos. La ciudad se compone de fragmentos urbanos, cada uno con identidad propia, caracterizado por un mismo nivel cultural, socio-económico, de uso, etc. que se concreta en las edificaciones que lo conforman.

[6] Para obtener la aceptación de capitales extranjeros, el poder político de la ciudad adapta, códigos decretos y ordenanzas; cediendo inclusive a los intereses de los ciudadanos, para que sea posible el desarrollo de las inversiones foráneas.