miércoles, 12 de agosto de 2009

CENTRO COMERCIAL TERTULIA PLAZA


CENTRO COMERCIAL TERTULIA PLAZA
CÚCUTA COLOMBIA.
PARDO GONZÁLEZ Y CIA Ltda.
ÁREA 2400 M2

7 Locales comerciales
18 oficinas
Restaurante Show
Casino
Área Administrativa
Servicios Generales


















DISEÑO ARQUITECTÓNICO
Jorge Bitar Ramírez
Arquitecto

Colaboradores
Jhime Santos Jaimes
Jorge Andres Bitar


Arquibitar Arquitectos
2009

martes, 11 de agosto de 2009

EDIFICIO INSTITUCIONAL
















DISEÑO ARQUTIECTÓNICO

Jorge Bitar Ramírez
Arquitecto

Colaboradores:

Arq. Yurani Mercado Villalba
Jhime Santos Jaimes
Jorge Andrés Bitar Q.


Arquibitar Arquitectos
2008

viernes, 10 de julio de 2009

LA INFORMALIDAD COMO UNA REALIDAD SOBRE LAS POLITICAS DE ESTADO

LA INFORMALIDAD COMO UNA REALIDAD
SOBRE LAS POLITICAS DE ESTADO


HISTORIA COMERCIAL DE LA CIUDAD

La ciudad de Cúcuta, desde principios del siglo pasado ha sido sometida a continuos flujos migratorios que han tenido consecuencias sociales, culturales, políticas y económicas.

Antes del siglo XX, además de los criollos ya asentados en la ciudad y los aborígenes y negros libres, llegaron a la ciudad, catalanes, alemanes e italianos, entre otros extranjeros. La ciudad en 1875 tenía una población de 11.846[1] habitantes de los cuales más de cinco mil eran extranjeros, cifra alta en comparación con las demás ciudades de Colombia y Venezuela. Los árabes, empezaron a llegar a comienzos al final de la primera guerra mundial y traían pasaporte turco, por lo que fueron llamados turcos por los habitantes de la ciudad. De Venezuela se asentaron en Cúcuta familias de Zulianos, Merideños y Tachirenses. Todos estos extranjeros llegaban con vocación de comerciantes, implementando un comercio activo en al zona de frontera y explotando la cercanía y salida al lago de Maracaibo, haciendo que la ciudad perdiera su vocación agrícola y se centra únicamente en actividades comerciales. Al contrario, los Cucuteños no emigran de manera como lo hacen habitantes de otras regiones, sino que se establecen en su tierra y permanecen enraizados por generaciones, haciendo que los foráneos terminen sintiéndose cucuteños. El decir es que a un cucuteño no se va de Cúcuta ni con un terremoto y al visitante que a Cúcuta no se viene sino se vuelve.

Esta proliferación de extranjeros y nacionales de otras regiones asentados en Cúcuta y dieron un vuelco a la ciudad hacia el comercio desmedido y desordenado. La ciudad perdió el sentido de pertenencia y la fuerza que tenía la generación del ferrocarril a finales del siglo XIX, la ciudad se convirtió en un bazar donde se vendían mercancías al mayor y al detal en locales, casetas, espacios públicos y cualquier lugar donde los compradores venezolanos pudieran llegar con su poderoso Bolívar.

Los elementos simbólicos de la pertenencia de la ciudad desaparecieron y los valores cambiaron. La marca social de la ciudad de las calles amplias se convirtió en caos, mercadería y desorden, de la mano de las autoridades que omitían y permitían.

Lo urbano quedo subyugado a la condición impuesta por el animal humano,

Nuestra ciudad creció producto de su pujanza comercial recibiendo foráneos que buscaron pasar a Venezuela y terminaron quedandose, engrosando los cinturones de miseria, promoviendo invasiones y asentamientos subnormales generando una inestabilidad natural, dentro del consabido fenómeno de “urbanismo sin urbanidad” integrado tan sólo por un espíritu comercial

La ciudad creció bajo el paradigma de “ciudad de nadie”; una ciudad donde hay que “ganarse la vida” y donde para hacerlo es necesario “moverse”, actuar como cazadores, invadiendo y tomando para sí todo espacio libre donde fuera posible la caza.

El crecimiento desordenado e informal y la generación de asentamientos subnormales de la ciudad en los últimos 25 años del siglo pasado fueron más rápido que el desarrollo formal urbano, comercial y educativo. La ciudad de Cúcuta perdió pertenecía y se convirtió en tierra de nadie, donde los foráneos podían venir a hacer “lo que les diera la gana”, llenando la ciudad de establecimientos comerciales formales e informales, con el auspicio de la politiquería de turno, a donde llegaban los compradores venezolanos con el poder de su divisa y dentro del mayor caos urbano y cívico se convirtió a la perla del Norte en la vitrina de Colombia y el prostíbulo de Venezuela. Los valores de solidaridad, buena vecindad, buen ciudadano, la limpieza de la ciudad, la moral y las buenas costumbres, pasaron a un segundo nivel.

En la búsqueda de medios de subsistencia, y descubierta la vocación comercial de la ciudad, hombres y mujeres de distintas profesiones, “renunciaron” a su saber hacer y se dedicaron al oficio del comercio, sin ninguna experiencia o capacitación, solo comprar y vender y que algo quede en la diferencia para el sostenimiento de la familia.
Como espacio de trabajo se tomaron el espacio de nadie, lo público, aceras y plazas que circuladas por compradores venezolanos sirvieron de alberge a sus mercancías, organizando esta informalidad en sindicatos con el amparo cómplice de las autoridades de turno.

RESPUESTAS PÚBLICAS Y PRIVADAS

Contrario a esta cultura del espacio público como tierra de nadie, la constitución política de Colombia de 1991, en su artículo 82, estableció: "Es deber del Estado velar por la protección de la integridad del espacio publico y por su destinación al uso común, el cual prevalece sobre el interés particular."

Por medio de acción de tutela, amparo establecido en la misma carta magna se obligó a la administración local a dar cumplimiento al citado artículo, y por medio del desalojo se recuperó para el ciudadano común el espacio público, primero en el centro de la ciudad, y posteriormente el mercado la sexta.

El desalojo trajo consigo la búsqueda de la reubicación del punto de trabajo en un sitio formal, generando la construcción de centros comerciales para albergar a los desplazados comerciales informales, y produciendo una oferta de locales

Pasada más de una década del desalojo, y la recuperación del espacio público, la transformación del centro de la ciudad, dentro del proyecto de “Centro Comercial a Cielo Abierto”, y el control policivo sobre los buhoneros, el fenómeno de la invasión del espacio no se terminó. Dentro del marco cultural que envuelve al comerciante informal, la ubicación de puestos de venta ambulante en el centro de la ciudad es el modo de ofrecer sus productos y lograr los recursos para su subsistencia. La ubicación dentro de un espacio comercial formal no es alternativa, por no contar con recursos para el sostenimiento de un local, por no creer que tengan algún futuro dentro de la formalidad, por miedo a ser intervenidos por autoridades de impuestos, por creer que no va haber el flujo de personas que garanticen la venta, entre otras justificaciones.

CONCLUSIONES

Lo anterior muestra que las políticas de estado son insuficientes para lograr una recuperación del espacio público sin buhoneros, ni ventas ambulantes. La cultura informal de los cucuteños y los compradores venezolanos permiten que este tipo de comercio permanezca vigente, por que al haber quien compre, siempre habrá quien venda. El incremento de mujeres cabeza de hogar en el oficio de las ventas ambulantes es notorio, igual que la sistemática transición a mercancías más manejables y de fácil transportación.

El estado debe trascender la preservación y el mantenimiento del orden público, creando conciencia en la comunidad, de asumir uso y goce del espacio público como una responsabilidad, una obligación de todos, y un derecho fundamental que permitan el desarrollo comercial como fundamento de la vocación de la ciudad, sin menoscabar los derechos adquiridos por los que se acogen a la formalidad, pero sin perjudicar a las familias que por razones culturales o económicas subsisten de la informalidad comercial.

Se debe conocer y determinar las diferentes causas que generan este fenómeno, y, diseñar políticas públicas integrales y efectivas basadas en los principios rectores de: 1) La educación; 2) La tolerancia; 3) La Solidaridad; 4) Prioridad del interés general sobre el particular; 5) La igualdad y reconocimiento de la dignidad humana, como un derecho de aquellas personas que por su condición económica o física se encuentren en circunstancias de debilidad manifiesta.

BIBLIOGRAFÍA

Ángel, Rafael E. (1990) Historia de Cúcuta. La casa del Duende.
Lefebvre, H. (1969) El Derecho a la Ciudad. Barcelona: Ediciones Península.
Pérgolis, JC. (1997). “La ciudad, la otra mitad del sol”, Revista Arte para Bogotá. Ed. Universidad Nacional de Colombia e Instituto Distrital de Cultura y Turismo. Bogotá.
Velásquez, F. (1996) Ciudad y Participación. Ediciones Foro Universidad del Valle. Cali
Yori, Carlos Mario. (2003) Topofilia, Ciudad y Territorio. Universidad complutense de Madrid.
Fragmento del ensayo presentado en la catedra de METROPOLIS TRANSFRONTERIZAS dentro de la Maestria ARQUITECTURA CUIDAD E IDENTIDAD de la UNIVERSIDAD NACIONAL EXPERIMENTAL DEL TÁCHIRA

San Cristóbal, 10 de julio de 2009


[1] Fuente: Ángel, Rafael E. (1990) Historia de Cúcuta. La casa del Duende.

jueves, 14 de mayo de 2009

EN LA BÚSQUEDA DE LOS HEREDEROS DEL MOVIMIENTO MODERNO

EN LA BÚSQUEDA DE LOS HEREDEROS DEL MOVIMIENTO MODERNO

I

El movimiento moderno ha muerto. La posmodernidad se abalanza sobre la historia queriendo hacerse protagonista de la nueva arquitectura. Eran las 3:32 del 15 de julio de 1972 un réquiem por su eterno descanso se escuchó al caer el conjunto funcionalista Pruitt-Igoe en Missouri.

El movimiento moderno o la arquitectura de la modernidad, nace conjuntamente en Europa y Estados Unidos en 1920 como respuesta histórica a reconstruir un continente azotado por la guerra, con una urgente necesidad de vivienda y el emprendimiento de grandes proyectos urbanos en las viejas ciudades europeas, de la mano de jóvenes arquitectos, para quienes reproducir el pasado era vergonzoso.

Un rechazo total a todo vestigio de la arquitectura clásica, una rotura total con la tradición fue el enfoque de los noveles arquitectos quienes reaprendieron la forma de concebir el urbanismo y la arquitectura, a través de procesos de diseño donde lo funcional y racional era el parámetro a seguir.
Los espacios habitables racionalizaron al extremo el concepto de habitabilidad, sometiendo a sus habitantes al querer del arquitecto.

“La forma sigue a la función”, sentenció Lois Sullivan; y la vivienda se convirtió según Le Corbusier en “una máquina para vivir”, configurándose la función como el elemento básico e integrador de toda arquitectura. Wright vio “el edificio no como cueva, sino como un amplio refugio para el espacio abierto”(la casa natural, P. 16 1970). La liberación total de todas las formas conocidas (primer objetivo de la Bauhaus), y retomado por Moholy-Nagy en su instituto de diseño de Chicago, determinaron la destrucción de toda forma de clasicismo. La arquitectura del pasado quedó enterrada.

La función racional del edificio, era el paradigma establecido, verdad verdadera que se anteponía a la forma y a la estructura negando así el concepto Vitruviano escrito en su tratado "De Architectura", que la arquitectura descansa en tres principios: la Belleza (Venustas), la Firmeza (Firmitas) y la Utilidad (Utilitas). O como diríamos los arquitectos contemporáneos, en la forma la función y la estructura, siendo todas de igual importancia en el desarrollo de un objeto de arquitectura.

De cualquier manera, dentro del marco del modernismo, la forma nunca pudo seguir a la función. La revolución industrial con sus nuevos materiales (hierro y vidrio) permitió envolver la función, pero nunca alcanzó la consecuencia de su causa. La planta libre, permitida por los nuevos materiales, manifestó una nueva forma de “hacer espacios”, es decir de elevar en tres dimensiones el diseño de la planta.

II

Le Corbusier, avanza hacia esta destrucción del pasado planteando sus cinco puntos para una nueva arquitectura, o mejor en sus palabras “los cinco puntos significan una estética fundamentalmente nueva, nada queda de la arquitectura de épocas anteriores…”. (obra completa, 1910 -1929 P.128, 1937). Mientras por una parte, Le corbusier avanzaba en la búsqueda de las relaciones espaciales básicas, por otro lado Walter Gropius, y su mítica Bauhaus buscaba una nueva sensibilidad hacia las formas y los materiales. A su interpretación estos hacedores de una nueva arquitectura coinciden en que se debe partir de las medidas del hombre.

Convencidos de que estaban ante la respuesta definitiva a todos los problemas de la arquitectura, el movimiento moderno se estancó. No resolvió la manera de permanecer vigente ante los cambios que pedía un mundo en continuo movimiento y desarrollo, donde las ciudades se convertían en seres vivos inmanejables que crecían conforme a sus necesidades económicas, sociales, migratorias etc. El movimiento moderno dejo de ser alrededor de 1960 lo demás fueron escaramuzas de un desahuciado.

III

Pareciera ser que la esperanza de una nueva arquitectura solo cumplió con la fase de destruir todo indicio de lo clásico y de lo histórico. Como a todo buen muerto, le aparecieron sucesores. El ámbito de la arquitectura se llenó de movimientos que pretenden heredar el legado del movimiento moderno inclusive negándolo. Los deconstructivistas, por ejemplo, quisieron seguir negando lo establecido. Bernard Tschimi, arquitecto franco estadunidense, que predica la práctica de la libertad personal del diseñador frente a sus obras, afirma: “… Las circunstancias culturales de hoy sugieren la necesidad de descartar categorías establecidas de significado e historias contextuales… para estimular el conflicto más que la síntesis, la fragmentación más que la unidad, la locura y el juego más que el manejo cuidadoso, … detrás una arquitectura que no significa nada” (Parc de la villette, diseño arquitectónico, 3-4 1987).

El rey ha muerto… Que viva el Rey. Brutalistas, estructuralistas, Neo-racionalistas, neo-clasicistas, tardo-modernistas, y demás tendencias post modernistas se lanzaron en pos de la corona. El vacio dejado por el movimiento moderno, aunado a la necesidad del hombre de romper con los paradigmas impuestos por la modernidad, causó una excesiva reacción. Una gama de tendencias salieron del partidor tratando de imponer su criterio y su verdad sobre los demás “ismos”. Arquitecturas personalizadas y esnobistas, buscaron temerariamente adaptar a sus caprichosas respuestas volumétricas, un discurso filosófico que les diera peso y coherencia y se impusiera sobre las demás tendencias de moda. El paisaje urbano, de manera desbocada se lleno de objetos de arquitectura de un aberrante eclecticismo, que conjugaron formas anacrónicas que presentaban el futuro pero rememoraban el pasado.

Tipologías estáticas, que aparecieron después de los años 60 con el nombre de neo-racionalismo, cuyo mayor representante fue Aldo Rossi, fueron atacadas ferozmente por la dinámica del deconstructivismo. Ambas tendencias, sin lograrlo pretendieron ser los legatarios del extinto movimiento; el primero retomando la búsqueda de la forma primaria y el otro negando todo apego al pasado.

Ni lo uno, no lo otro, sino todo lo contrario, pareciera ser el dilema que enfoca la búsqueda de un significado a la arquitectura. El problema radica en pretender resolver un asunto de fondo desde la forma; es decir se pretende llegar a la forma absoluta basado en el deseo utópico de la unidad y la armonía, o su negación, según fuera el caso. Estos movimientos continúan especulando en la búsqueda de elementos de moda que le den identidad a su tendencia, siempre desde lo formal.

IV

Si penetramos en el pensamiento de Martin Heidegger, y nos aproximamos a la esencia del significado en arquitectura, encontramos planteado en su tesis el desmoronamiento de metafísica europea, que al igual que los modernistas destruye los símbolos del pasado, y remplaza el “ser de” por el modo de “ser en el mundo”. Aquí el ser no es reflejo de una idea absoluta, sino toma identidad en la medida que se relaciona con otros seres.

Heidegger, identifica su pensamiento como fenomenológico, y cataloga la fenomenología como la ciencia del ser de las entidades, (ser y tiempo 1951), partiendo desde Husserl “De vuelta a las cosas mismas” pero no entendiendo las cosas en los términos Husserlianos de conciencia humana, sino como “ser en le mundo”. A través del pensamiento fenomenológico, se puede “Diseñar para la vida” en palabras de Moholy Nagy. (Visión en movimiento, P.33)

Llegamos entonces a concluir que los forjadores del movimiento moderno de manera ingenua, aplicaron principios fenomenológicos, pero aplicados a la forma y no al significado de la forma, que entrelaza el pensamiento y el sentimiento, o mejor, la idea y la materialización de esta.

SI retomamos la idea pura del movimiento moderno, libre de los fundamentos formales y académicos de sus creadores, encontramos una corriente arquitectónica valida y vigente, generadora de una deconstrucción libre de sistemas e ideologías, y que encaminada hacia una postura fenomenológica de los modos del ser en el mundo, devolviendo la identidad de cada ser desde su forma mas primitiva, seremos los legítimos herederos del legado del modernismo.

aeternam dona ei Domine.
Et lux perpetua luceat ei
Requiescat in pace.
Amen.
BIBLIOGRAFIA

GIEDION, Sigfried, 1941. Espacio, tiempo, arquitectura.
WRIGHT, Frank Lloyd, 1970. La casa natural.
Le Corbusier, 1937. Obra completa, 1910 -1929.
Le Corbusier (1999). Principios de urbanismo (La Carta de Atenas).
TSCHUMI, Bernard, 1987. Parc de la villette, diseño arquitectónico
HEIDEGGER, Martín, 1951. ser y tiempo
HALL, P. (1996). Ciudades del mañana. Historia del urbanismo en el siglo XX. Barcelona
Lefebvre, H. (1970). La Revolución Urbana. Madrid: Alianza Editorial.
Norberg Schultz, C. (1975). Existencia, espacio y arquitectura.

Ensayo presentado en la cátedra de PENSAMIENTO URBANO ARQUITECTÓNICO CONTEMPORÁNEO dentro de la Maestría ARQUITECTURA CUIDAD E IDENTIDAD de la UNIVERSIDAD NACIONAL EXPERIMENTAL DEL TÁCHIRA

sábado, 4 de abril de 2009

LA VOCACIÓN DE LA CIUDAD


LA VOCACIÓN DE LA CIUDAD
Ciudad - región y globalización

Si se aborda la relación espacio - ciudad desde el análisis de las teóricas clásicas de la económica hasta llegar al fenómeno de la globalización, entendemos que la construcción de la ciudad es un fenómeno natural que ha pretendido crecer, a través de la línea del tiempo, respondiendo a las tendencias de las formas de la acumulación del capital.

Es el objeto de este ensayo exponer como la ciudad contemporánea transforma su entorno inmediato y pasa a de ser un ente territorial limitado a buscar una vocación apoyada por los asentamientos urbanos de su entono próximo que la fortalezcan y la transformen en una ciudad región[1] para que sea posible su inclusión en la red global de ciudades, rebasando los límites de lo regional y lo nacional, sacrificando inclusive su identidad.


I

En la fatua Nueva York
da más sombra que los limoneros
la estatua de la libertad,
pero en desolation row
las sirenas de los petroleros
no dejan reír ni volar

Desde el nacimiento de los asentamientos urbanos, la construcción y crecimiento de la ciudad antigua, las primeras revoluciones urbanas, Egipto, Mesopotamia, Fenicia, Creta, el origen de la ciudad griega, el urbanismo romano, el desordenado y laberíntico urbanismo medieval, el paso agigantado del renacimiento a la modernidad, la rotura de paradigmas, generadora de la revolución industrial, el crecimiento desordenado de la ciudades modernas, la búsqueda utópica de de la ciudad ideal y el desarrollo de teorías urbanas, gestoras de la ciudad contemporánea, son todas respuestas a los modelos económicos de su tiempo.

Los modelos urbanos concebidos en la revolución industrial y el movimiento moderno por los padres del urbanismo, Saint-Simón, Fourier, Godin, Ebenezer Howard, Raymond Unwin, Patrick Geddes, Arturo Soria y Matta, Haussmann, Cerda, Le Corbusier, etc. para la creación de una ciudad ideal que cumpliera con todos los requisitos sociales, políticos y económicos, aunque se tornaron en ejercicios interesantes, no llegaron a cumplir las expectativas de sus creadores, ni pueden ser aplicables al nuevo concepto de ciudad.


II

y, en el coro de Babel,
desafina un español.
No hay más ley que la ley del tesoro
en las minas del rey Salomón.

La ciudad es un organismo vivo, que crece y se alimenta del desarrollo de las tendencias económicas que rigen su tiempo, demarcan su permanencia y vigencia dentro del contexto urbano – histórico, genera procesos migratorios, asentamientos, fenómenos de explosión o implosión urbana, que conllevan al nacimiento de metrópolis, ciudades región, megalópolis, ciudades globales.

En la tendencia actual de un mundo neoliberal, donde la acumulación del capital marca la fortaleza de la ciudad, y ésta, en sí misma deja de ser el espacio contenedor del desarrollo urbano y económico, para pasar a ser una ficha dentro de una gran red global, a la que se le asigna una función especifica dentro de un “marco corporativo”, marco este, que busca controlar la oferta y la demanda y el mercado de capitales, y lucha contra la aparición de economías terciarias, economías subterráneas, y nuevas formas de acumulación de riqueza.

Dentro de este proceso de globalización urbana[2], conectado a través de la tecnología, redes virtuales y telecomunicaciones, y complementada por un sistema de infraestructura de transporte y movilidad, cada vez más eficiente y en crecimiento, en el que se neutraliza el territorio y la distancia, las ciudades tienden a unir esfuerzos entre sí, de manera que sea posible, por medio de una integración urbano-regional, sumar fortalezas para competir dentro del voraz sistema neoliberal. Esta suma de fortalezas genera en la ciudad-región una vocación que la hace competitiva y actual.


III

Y desafiando el oleaje
sin timón ni timonel,
por mis sueños va,
ligero de equipaje,
sobre un cascarón de nuez,
mi corazón de viaje,

Los asentamientos urbanos desde la revolución industrial, se transformaron en espacios de producción dominados por el mercado financiero que maneja el sistema económico global. Este sistema económico se apoya físicamente en espacios urbanos que han adquirido connotaciones de “ciudad global”, acumuladoras de un gran poder económico, conectadas entre sí. Se destacan en esta nueva geografía, ciudades como Londres, New York, Tokio, París, Frankfurt, Zurich, Amsterdam, Los Ángeles, Sidney Hong Kong, Shanghai, Bangkok, Taipei, Sao Pablo y México D.F. Esta nueva geografía solo incluye la ciudad, más no el país de la que hace parte porque a pesar de la actividad económica entre estas ciudades, a través de los mercados financieros, el comercio de servicios y las inversiones, existe una abierta desigualdad, con ciudades del mismo estado, sobre todo en países en vía de desarrollo.

Aparece entonces una nueva geografía, ya no supeditada a efectos de la división política o corrientes nacionalistas, sino adecuada al lugar, al espacio físico que la contiene y a su posible desarrollo e interconexión con otros polos urbanos dentro de su región natural, que aúnen esfuerzos a través de una integración cierta en infraestructura, fuerza de producción y comercialización, servicios públicos, conservación ambiental, explotación de sus riquezas, variedad de empleos y formas de trabajo. Desde esa interconexión, la ciudad región debe integrarse, primero de manera física a las otras ciudades - regiones de su entorno inmediato, buscando salidas hacia los puertos naturales que la conecten con la globalidad por medio de una red de infraestructura de transporte, y segundo a través de las redes virtuales y de telecomunicaciones.

Emerge un nuevo tipo de identidad urbana[3] y una nueva comunidad que lo habita, que se conforma a través de la red de ciudades globales, basado en su poder económico y financiero, desplazando y subordinando al poder político. Este nuevo orden de desarrollo urbano se inserta en lugares estratégicos con características transregionales en su conformación física, sin depender del estamento político, y transterritoriales al vincularse entre si con otras urbes sin proximidad geográfica, pero con un gran número de transacciones a través de las telecomunicaciones.

Las economías locales de los países periféricos a este nuevo orden mundial, buscan afanosamente internacionalizar su economía, buscando atraer inversión extranjera, y tener acceso a los mercados globales, a fin de obtener divisas de fuerte denominación, sacrificando con este modelo neoliberal su identidad, cediendo el marco de su nacionalismo[4], al permitir como afirma Loscher en “dilemas del presente” (p. 24) “…levantar restricciones aduanales, la privatización de empresas del estado, la permisividad del flujo de capitales con libre entrada y salida…”


IV
luciendo los tatuajes
de un pasado bucanero,
de un velero al abordaje,
de un no te quiero querer.

La ciudad se volvió un bien de consumo que se ofrece. Como toda mercancía, busca demanda, se hace atractiva y se vende, no solo a sus habitantes, entorno, área metropolitana o región, sino a extranjeros, en busca de ingresos y recursos que proporcionen estabilidad económica a sus arcas, a la de sus inversionistas, y por último a sus residentes.

Manifiesta Carlos Mario Yory en su escrito “Ciudad consumo y globalización” (2006) que las ciudades solo tienen una vía de penetración al proceso de globalización de manera que las “economías precarias” no tienen más remedio que alinearse para tener un sitio dentro del gran marco neoliberal de la economía. En el mismo texto, el autor determina tres pretensiones de la globalización desde el consumo, la primera es la homogenización del valor, en el que la universalización nos lleva a subordinar el valor de cambio por el valor de uso, constituyéndole a los objetos de consumo un valor eminentemente simbólico. De esta manera, los derechos del consumidor adquieren más jerarquía que los derechos del ciudadano.

La segunda pretensión que plantea Yory es la homogenización del espacio, en el que el lugar deja de ser relevante por sus características ambientales y socio - espaciales y asume importancia por su ubicación y potencialidad estratégica. “En esta medida, si bien existe una aparente homogenización del espacio global, está solo se da a nivel funcional y en ningún caso a nivel “significacional”, puesto que los espacios como las mercancías, no son los mismos para todo el mundo” (2006: P.81).

En su tercera pretensión Carlos Mario Yory habla de la homogenización del lenguaje y la resume en las cuatro formas cómo la globalización homogeniza el lenguaje:
La llevada a cabo por la informática
La que se desprende del uso generalizado de los códigos urbanos
La de los medios de comunicación
Y la del mercado a través del consumo (2006)

V
El Dorado era un champú,
la virtud unos brazos en cruz,
el pecado una página web.
En Comala compren
que al lugar donde has sido feliz
no debieras tratar de volver.

Al aterrizar este escrito a nuestras ciudades latinoamericanas, resultado de ensayo y error de urbanistas y planificadores; de asentamientos subnormales que se consolidaron con el paso de los años; de la ausencia de planificación urbana; encontramos ciudades fragmentadas, difusas y privatizadas, pretendiendo rescatar su identidad a través de la restauración de sus centros históricos; induciendo forzadamente nuevas centralidades; auspiciando la cultura del automóvil y pretendiendo igualar las grandes urbes al generar centro financieros y de negocios que emulan los grandes edificios de las corporaciones globales. Nuestras ciudades son una mezcla de densificación y dispersión, fragmentada por una mixtura de tejidos sociales que se materializan en construcciones urbanas que le dan identidad a cada fragmento[5].

Entramos en el complicado esfuerzo de dar a nuestras ciudades latinoamericanas una identidad y una vocación para que puedan ser ofertadas con éxito en los mercados mundiales y pasen a ser parte de esa exitosa red de ciudades que conforman la “Aldea Global”. Dentro de este quijotesco esfuerzo algunas ciudades apuntan sus estrategias hacia el turismo, aprovechando los recursos naturales que les pueda dar su posición estratégica.

Se pretende imitar a ciudades como Barcelona, Valencia, Bilbao, que han implantado, incluso fuera de contexto, objetos arquitectónicos con la firma de grandes diseñadores a fin de que sean hito representativo y atrayente para ofertar la ciudad; Nos inventamos, ferias, eventos, carnavales, congresos, exposiciones, etc. para ofrecer nuestras ciudades. Las vendemos como “ciudad universitaria”, “ciudad industrial”, “ciudad comercial”, “centro financiero y de negocios”. Ejemplo de renovación urbana del espacio público, son: Bogotá, Rio, Ciudad de Méjico, Santiago de Chile, Buenos Aires; ciudades que han sido intervenidas y transformadas en su entorno físico y social a través de elementos ordenadores de lo público, lo cultural y lo cívico.

Lo anterior me lleva a concluir que la ciudad actual, se desarrolla dentro de un criterio de gobernabilidad flexible, incluso relevando el poder político, y adaptando las políticas de Estado a sus necesidades, de manera que sea posible implementar y desarrollar una vocación atrayente, de la mano con las corrientes económicas vigentes, apoyada por unas estrategias gubernamentales[6] que permitan el desarrollo de la infraestructura física y virtual necesaria que la pongan en contacto directo con la “aldea global”.

Pasa a segundo plano el asentamiento físico, ya que su desarrollo urbano va a ser marcado en adelante por el capital y no por los recursos naturales de su entorno. Es la inyección de los grandes capitales de las corporaciones que conforman el poder económico, las que transforman el asentamiento adaptando la ciudad a sus requerimientos y no el componente, físico, topográfico o geográfico que limite o acelere el desarrollo de la ciudad, generándose un nuevo urbanismo que transforma el medio ambiente de acuerdo a las necesidades de la inversión.

Y cómo huir cuando no quedan
islas para naufragar
al país donde los sabios se retiran
del agravio de buscar
labios que sacan de quicio,
mentiras que ganan juicios
tan sumarios que envilecen
el cristal de los acuarios
de los peces de ciudad
que mordieron el anzuelo,
que bucean a ras del suelo,
que no merecen nadar.

(Joaquín Sabina, Peces de ciudad)

BIBLIOGRAFÍA

YORI, C. (2006) CIUDAD CONSUMO Y GLOBALIZACIÓN Caracterización de las grandes metrópolis en el comienzo de siglo: una mirada desde la relación entre consumo y sociedad
Publicado por Pontificia Universidad Javeriana. Bogotá.
LOSCHER I. (2008) DILEMAS DEL PRESENTE. CARACAS Editorial Randon House Mandorini
BORJA, J. (2007 ) “Revolución y contrarrevolución en la ciudad global: las expectativas frustradas por la globalización de nuestras ciudades". Revista Latinoamericana de Estudios Urbano Regionales, Vol. XXXIII, No. 100, diciembre, pp. 35-50.

Ensayo presentado en la cátedra de ARQUITECTURA Y CIUDAD EN LA SOCIEDAD ACTUAL dentro de la Maestría ARQUITECTURA CUIDAD E IDENTIDAD de la UNIVERSIDAD NACIONAL EXPERIMENTAL DEL TÁCHIRA


[1] Se puede definir ciudad región como un espacio geográfico, compuesto por una conurbación de fronteras delimitables, con gobernabilidad, normativa y hechos metropolitanos; subsistemas ambientales, administrativos, culturales y económicos en unas condiciones regionales específicas; redes entre fronteras transterritoriales, división especializada de relaciones funcionales, criterios de sostenibilidad, plataforma urbana y ordenamiento territorial.

[2] Entendiendo como globalización urbana como la internacionalización de los medios de producción y desarrollo económico fincado en una red de ciudades globales relacionadas unas con otras en una trama imposible de superponer, relevando el protagonismo de la ciudad al de las corporaciones transnacionales, proceso que genera movimientos migratorios, espacios multiculturales, intercomunicaciones en tiempo real, entre otros.

[3] Las ciudades que conforman esta red global urbana, ya no pertenecen al sistema geopolítico o territorial de la nación, sino trasciende el umbral nacional, haciendo parte de una nueva identidad citadina y globalizada, dejando atrás sus raíces culturales.

[4] El habitante de la nueva ciudad transforma su entono, su cultura, sus costumbres, su argot para hacerlo acorde al nuevo rol de ciudadano global, perdiendo así en un balance costo beneficio, su identidad nacional.

[5] La ciudad se teje como una gran colcha de retazos. La ciudad se compone de fragmentos urbanos, cada uno con identidad propia, caracterizado por un mismo nivel cultural, socio-económico, de uso, etc. que se concreta en las edificaciones que lo conforman.

[6] Para obtener la aceptación de capitales extranjeros, el poder político de la ciudad adapta, códigos decretos y ordenanzas; cediendo inclusive a los intereses de los ciudadanos, para que sea posible el desarrollo de las inversiones foráneas.

martes, 24 de marzo de 2009

CABAÑA - TERRAZAS

CABAÑA CAMPESTRE
CHINACOTA NORTE DE SANTANDER
































DISEÑO ARQUITECTÓNICO
JORGE BITAR RAMÍREZ
Arquitecto

Colaboradores

JHIME SANTOS JAIMES
JORGE ANDRES BITAR

ARQUIBITAR ARQUITECTOS
2009

viernes, 20 de marzo de 2009

VIVIENDA UNIFAMILIAR

VIVIENDA UNIFAMILIAR
CÚCUTA COLOMBIA































DISEÑO ARQUITECÓNICO

JORGE BITAR RAMÍREZ
Arquitecto

COLABORADORES

JHIME SANTOS JAIMES
JORGE ANDRÉS BITAR Q.

ARQUIBITAR ARQUITECTOS
2009