miércoles, 11 de agosto de 2010

IGLESIA CRISTIANA ALIANZA - SINAI - LA VICTORIA - CÚCUTA COLOMBIA

EL TEMPLO


No en vano era el temor del Sabio Rey Salomón cuando decidió construir un Templo para su Dios, el más "…Grande sobre todos los Dioses. Más ¿Quién podrá edificarle una casa, siendo que los cielos y los cielos de los cielos no pueden contenerlo?" (2 Libro de Crónicas 2, 5-6).





El Templo, Casa de Dios, es un enlace armonioso entre el hombre y el universo; Todos los pueblos lo han considerado como el hogar de la esperanza, sitio de equilibrio entre lo humano y lo divino, el espacio donde el hombre se puede conectar con Dios. Los Constructores del Templo deben conocer la voluntad y el poder creador de la naturaleza para desarrollar esta arquitectura llena de simbolismo.
El Templo es una gran caja de resonancia de fuerzas terrenales, a la vez que enmarca la forma ideal para señalar el espacio y tiempo sagrado en el que el ser humano se adentra en su esencia espiritual más profunda. Los templos cristianos son por naturaleza, exaltadores de la fe.




Un viajero encuentra a tres hombres cada uno de ellos concentrado en su trabajo, y le pregunta a cada uno qué es los que hace.

"Trabajo para vivir" contesta el primero

"Cumplo con mi oficio" contesta el segundo

"Construyo una Catedral" responde orgullosamente el tercero.

Y orgullosamente, tenía razón.


La conceptualización de la arquitectura ha recibido transformaciones de acuerdo al acontecer histórico, y se ha adecuado a las circunstancias y a los nuevos conocimientos tecnológicos de cada época.
Las obras de arquitectura, enmarcadas dentro un concepto Filosófico, y en este caso Teológico, no deben permanecer ajenas a los significados de los elementos significantes que la componen. Los estilos Arquitectónicos son poseedores de una doble lectura en las que interviene un código común a un nivel denotativo, es decir la ocupación de las formas en el espacio y su conjugación para lograr un objeto Arquitectónico, y de igual manera interviene un código hermético, cifrado a través de una lectura connotativa. Se habla entonces de un código sintáctico o sintagmático y de un código semántico. Si analizamos el Templo desde la sintaxis, se describirían sus elementos constitutivos definiéndolos al nivel de la ubicación estructural de sus partes, manejándolos dentro de un concepto solamente funcional y de su interrelación con las demás funciones. Los Códigos Semánticos en cambio denotan los significantes, es decir toman el significado del elemento y lo descifran dando el nuevo significante, que se enmarca dentro de un ámbito trascendente. Desde allí los elementos Arquitectónicos que componen el Objeto se llenan significado, significado que permanece oculto dentro de un lenguaje que debe ser cifrado.

  


DISEÑO ARQUITECTONICO:
ARQUITECTO JORGE BITAR RAMÍREZ
JHIME SANTOS JAIMES
JORGE ANDRES BITAR Q.

ARQUIBITAR ARQUITECTOS 2010

domingo, 1 de agosto de 2010

CENTRO COMERCIAL

CENTRO COMERCIAL
CÚCUTA COLOMBIA























Diseño Arquitectónico
Arq. JORGE BITAR RAMÍREZ
JHIME SANTOS JAIMES
JORGE ANDRÉS BITAR Q.
ARQUIBITAR ARQUITECTOS 2010

LA PIEDRA TIENE LA PALABRA.

LA PIEDRA TIENE LA PALABRA.

El MUSEO JUDÍO DE BERLÍN, del Arquitecto Daniel Libeskind, construido en el año 2001 será el objeto arquitectónico para desarrollar el presente análisis desde la óptica de la estética, tomando como base el pensamiento de los autores que ROBERTO MASIERO, enumera en el capitulo X de su obra ESTÉTICA DE LA ARQUITECTURA, “Después de la vanguardia, en democracia. Las estéticas del consumo”


Dentro el rol de la modernidad las ciudades se han convertido en productos de mercado y atraen turistas e inversiones a través de mostrarse como atractivas y competitivas. Una de las formulas empleadas es la construcciones de grandes obras de arquitectura que se transformen en hitos representativos de la ciudad y adquieran la función de monumentos urbanos. En este contexto económico, el MUSEO JUDÍO DE BERLÍN cumple estos postulados, haciendo entrar a Berlín dentro de la competencia global de “marketing city”.


Así lo expreso Daniel Libeskind en la entrevista concedida a Gloria Mulet que llamó Obras para la memoria: “Esta construcción, que se inauguró en septiembre del año 2001, ha seguido los pasos del Guggenheim de Bilbao en el sentido que los millones de visitantes que recibe al año van a admirar su arquitectura más que a ver la colección que alberga. De hecho, durante 1999, estando aún vacío, recibió alrededor de 500.000 personas interesadas en sus intrincadas formas. Con estas palabras Libeskind precisan que: el papel que desempeña la arquitectura en la contemporaneidad es definido, en parte, por la demanda pública que crea la marca-imagen, en un sentido publicitario, de la ciudad.”

Masiero, hace un análisis desde la estética del consumo examinando el pensamiento arquitectónico de los filósofos desde la mitad del siglo XX, cuando de la mano del pensamiento artístico, se hace “más” social y político libre del yugo de la academia, se refleja en una arquitectura libre y emotiva, y un urbanismo globalizado.


Iniciamos este recorrido por el pensamiento estético-arquitectónico afirmando que, el Museo, aunque no contiene una estética tecnológica, se enmarca dentro de los postulados existencialistas del EL INDEPENDENT GROUP (años 60) al amalgamar el arte y la arquitectura en un lenguaje surrealista. En estética se dispersa, el museo deconstruye en una aparente falta de lógica los principios formales del arte, y los enseña de manera minimal y conceptual, fuera de la lógica, el conocimiento de la forma y la técnica.


Para GEORG LUKÁCS, filosofo Húngaro de origen Judío, el arte enriquece la realidad, abstrae y formula leyes y conceptos con un orden moral; la arquitectura según la doctrina del reflejo estético y de acuerdo con Schopenhauer: “se trata de una reproducción visual de las pugnas de las fuerza naturales y ello gracias a que esa pugna reconocida por el hombre, se somete mediante ese conocimiento a las finalidades humanas y la relación así nacida del mundo con el hombre, se establece en la forma de un espacio conformado con intención de visualidad. Llevando este concepto al objeto de estudio, encontramos de hecho el choque de fuerzas entre lo tradicional y lo contemporáneo, genialmente deconstruido por Libeskind, conteniendo un lenguaje simbólico, que solo puede ser cifrado desde el conocimiento del contexto histórico de la realidad que representa.
La obra de Libeskind no enmarca dentro del contexto del pensamiento estético de ANDRÉ LURÇAT, arquitecto francés, miembro fundador de la CIAM, quien por su formación modernista, considera que la estética corresponde a las impresiones del carácter que explícitamente transmite el objeto arquitectónico, en contravía del concepto de estética que nos entrega el museo judío de Berlín.


ROMÁN INGARD, filósofo polaco, de tendencia fenomenológica, trasciende la realidad del objeto de arquitectura, creando significados desde la conciencia, suspende la acción practica y lo contempla como un cuadro. Desde esta óptica, el objeto de arquitectura aquí estudiado, trasciende el sentido académico de museo, proporcionando una serie de signos, que en su unidad, producen un lenguaje que dan un significado proporcionado por la idea pura del autor, pero que puede ser reinterpretado por el lector dando un nuevo significante a la obra. La obra así maneja una doble lectura: la de la imagen y la de la estructura. Enumera los siguientes conceptos y sus contradicciones como expresiones de la arquitectura como arte: La armonía, el equilibrio, la serenidad, o la desarmonía, el desequilibrio, el desorden, la ligereza, la pesadez, la transparencia, la impenetrabilidad, la confusión, la sencillez, la nobleza pura, la complicación, la vulgar hermosura. Establece que la arquitectura y la música pura son las artes más creativamente constructivas.


Según NICHOLAS VON HARTMANN, la arquitectura, trasciende lo visible y da forma al hábitat. Libeskind asimila este concepto fenomenológico, y a través de la desconstrucción de las formas cotidianas, recupera la menoría para la historia. En este momento lo que se exhiba adentro no tiene la importancia que si ostenta el volumen arquitectónico, quien con su lenguaje expresa un querer arquitectónico que supera el dogma y se adentra en lo subjetivo a través de códigos estéticos no formales, sino contextuales.


MARTIN HEIDEGGER, considera a la arquitectura como un arte autónomo, afirma que los objetos en cuanto superen su función y sobrepongan los límites de lo instrumental, trascienden en esa medida, de ser un utensilio a una obra de arte. En este caso, el Museo debe trascender su cotidianidad y romper incluso con la forma, la función y la estructura, para ser en si una obra de arte por el lenguaje que transmite a través de sus símbolos. Este lenguaje enmarcado por la crítica dentro del posmodernismo presenta una arquitectura simbólica que se sobrepone a los conceptos vitrubianos de la arquitectura y en cual el concurrente lo recorre “leyendo o escuchando” a través de un lenguaje cifrado que se entiende en la medida que se apropia del contexto.


HANS-GEORG GADAMER, califica la arquitectura como el arte que genera la crisis de la “diferenciación estética”. En su obra Verdad y método, (1960) afirma: “Si se reflexiona sobre el significado ejemplar de estas formas especiales se comprende que puedan asumir una posición central las formas del arte que desde el punto de vista del arte vivencial representaban más bien casos marginales: todas aquellas cuyo contenido apunta más allá de sí mismas al conjunto de un nexo determinado por ellas y para ellas. La forma artística más noble y grandiosa que se integra en este punto de vista es la arquitectura”. Ese ir más allá, representado en la obra de arquitectura aquí estudiada, no solo transciende al volumen mismo, sino al tiempo, al traer a la memoria los olvidos, o como dice Bachelrd (1965) en su poética del espacio “No solamente nuestros recuerdos, sino también nuestros olvidos, están alojados.”


THEODOR ADORNO, desde su teoría crítica, exhorta a cultivar la reflexión estética. Reconoce en la arquitectura la dialéctica del arte con un propósito y rechaza este compromiso, abogando por una autonomía del mismo. El pensamiento estético, debe trascender el arte mismo. Dentro del pensamiento crítico de Adorno, no se podría establecer una relación de arquitectura y arte, y menos desarrollar una crítica estética del museo Judío de Berlín, ya que debe verse como objeto arquitectónico desde su razón funcional, y al arte desvinculado de cualquier relación filosófica.


UGO SPIRITO plantea la dialéctica de excluir la arquitectura del arte o cambiar los paradigmas de la interpretación estética, planteando cinco puntos: Primero, la arquitectura no es un arte mimético. Produce cosas reales y no imágenes; segundo, la identidad de forma y contenido, es ajeno al arte; tercero, el carácter teórico del arte como modo de conocimiento, frente a la arquitectura, que es irreducible al elemento teórico; cuarto, El arte es autónomo en su contenido y finalidad, y la arquitectura está sometida a un poder ajeno que le impide el libre desarrollo de su naturaleza; quinto, la arquitectura no se puede proponer como lugar de la fantasía o de la libertad creadora; a lo que concluye que la arquitectura “escapa a cualquier posibilidad de ser reconducida a las concepciones y definiciones tradicionales del mundo del arte.” Bajo estas premisas, y aunque el MUSEO JUDÍO DE BERLÍN, en si mismo exprese lo contrario, Spirito no lo consideraría dentro del concepto y definición tradicional de arte.


ROGER VERNON SCRUTON supone la arquitectura desde lo técnico y constructivo, desde la naturaleza de la razón práctica y no desde la creatividad artística. Es un campo de acción humano que no puede distinguir entre belleza y utilidad, teoría o práctica. Sería entonces el Museo un edificio para mostrar recuerdos de un acontecimiento, sin que en si represente el acontecimiento mismo, lo cual sería absurdo.


RUDOLF ARNHEIM, en “Arte y percepción” estudia primero la dinámica de los elementos espaciales, concluyendo que la mente produce los significados; segundo, se pregunta sobre las formas de percibir los volúmenes, concluyendo que la arquitectura se convierte en la relación entre la expresión y modos de percibirla. Estos significados parten de los signos de un lenguaje hermético, que está contenido en las piedras, muros hierros y vidrios del Museo y que solo a través de una vivencia perceptiva, y el conocimiento que se tenga de la realidad que representa puede ser cifrado en forma de significante.


Llegamos aquí al final de este recorrido por el pensamiento estético desde Masiero, a través del MUSEO JUDÍO DE BERLÍN, e inclusive de ser posible podríamos adentrarnos en el pensamiento de otros filósofos, pero al igual concluiremos que esta obra en sí mismo es una representación simbólica de la suma de signos que expresa según las caras del Khora de Muntañola una historia entre el tiempo y la realidad, un relato entre el pensamiento y el lenguaje, un proyecto entre el pensamiento y el lugar y un objeto de arquitectura entre el espacio y la realidad. Estas expresiones que se transforman en lenguaje están al alcance de todas las personas que de un modo u otro recorran sus espacios y escuchen de sus piedras lo que nos dice la memoria.

BIBLIOGRAFÍA
Bachelard, G. (2006) LA poética del espacio, México, Fondo de Cultura Económica.
Brihuega, J. y otros (1999) Historia de las ideas estéticas y de las teorías artísticas contemporáneas, volumen II. Gráficas Rogar, Madrid.
Danto, A. (2005) EL ABUSO DE LA BELLEZA, La estética y el concepto del arte, Buenos aires, Editorial Paidós.
Heidegger, M. (2006) Arte y Poesía, México, Fondo de Cultura Económica.
Masiero, R. (2004) ESTÉTICA DE LA ARQUITECTURA, Ed. Antonio Machao, Madrid
Perniola, M. (2001) LA ESTÉTICA DEL SIGLO XX, Madrid
Reyes, J. (2007) Hombre actuar y crear, Ética y Estética, Copicentro impresores, Cúcuta
Zatonyi, M. (2003) ARQUITECTURA Y DISEÑO, Análisis y teoría, Buenos aires, Ed. Nobuko.


Trabajo presentado dentro de la catedra de Estética, Ciudad y Arquitectura, de la Maestría Arquitectura, Ciudad e Identidad, de la Universidad NAcional Expimental del Táchira.

EL PUENTE SIMÓN BOLIVAR


EL PUENTE SIÓN BOLIVAR
En honor al libertador y como casi todo en Venezuela, toma el nombre del padre de la patria. Construido inicialmente en 1926, sobre el rio Táchira, con un solo carril fue la primera materialización de la integración fronteriza, uniendo Cúcuta y Villa del Rosario del Norte de Santander con San Antonio y San Cristóbal del Estado Táchira.
Cuentan que pasaban primero los carros de un lado y luego los de otro; el ultimo llevaba un trapo rojo para avisar a los del otro lado que ya podían seguir. Con el puente que tenemos hoy y los trancones va tocar volver al método del trapo rojo (¿rojito?)


En los años 60 se construyó un nuevo puente de dos carriles, demoliendo el primero del que solo quedan las pilastras y un concierto. Esta nueva obra de ingeniería que comparte la frontera común tiene 315 m de largo, 2 carriles y 7.3 m de ancho, inaugurado el 24 de Febrero de 1962, y desde entonces permanece estático, inamovible, solo su forma cambió en el 62, pero él no.

Hombres y mujeres de frontera y sin frontera, sin distingo de raza, credo, clase social, o nivel intelectual pasan sobre él como si no existiera; como un no lugar, no existe para el que pasa pero es indispensable.


El puente no es la estructura física, empieza en la parada corregimiento colombiano del municipio de Villa del Rosario en la línea fronteriza con Venezuela, al rededor de los negocios locales, casi todos informales, donde toda la actividad comercial de bienes y servicios, se concentra a su alrededor, y termina justo en la alcabala de control de la guardia nacional en San Antonio. En esta tierra de nadie, donde no hay autoridad a pesar de tener un puesto de la Dirección de Impuestos y policía aduanera que cumple funciones decorativas y una oficina del Departamento Administrativo de Seguridad, ajeno al lugar y que solo sella entradas y salidas, la convivencia se da a través de un código de costumbres que se respeta con carácter religioso. Los actores del “no lugar” ostentan estudios otorgados por la Universidad de la vida, con postgrado en rebusque, cuyos títulos pintorescos y variados, identifican de manera coloquial su actividad comercial, los cuales trataremos de identificar.


Los maneros: instalados a la orilla de la vía, agitan al aire fajos de devaluados Bolívares ya no tan fuertes, buscando compradores olvidadizos que se quedaron “ponchados” con los pesos que no le servirán en el interior de Venezuela. Estos personajes adquieren su “mercancía” en casas de cambio ubicadas al interior de la parada a un precio y revenden con un punto más de diferencial cambiario o más si el “marrano” lo permite. Otros ya más curtidos en la labor, establecen puestos de cambio a orilla de la autopista, que consisten en un pequeño escritorio, una silla, una sombrilla y un aviso que dice “cambio profesional de divisas”, esta improvisada casa de cambio, tiene valor inmobiliario, ya que entre ellos se venden o arriendan “el puesto” de acuerdo a la oferta y la demanda.



Los pinpineros: comerciantes informales de gasolina de contrabando ubicados en las narices del puesto de control aduanero de la DIAN y la Policía, tienen a la venta del público en general gasolina pasada sin problema por el puesto de control aduanero previo pago del “Mosco”. Estos puestos informales de venta de gasolina, son apenas la punta de un iceberg que tiene gigantes depósitos en la parte de atrás contiguo a las oficinas del DAS, que son centros de acopio para los pinpineros que “trabajan” al interior de la ciudad, del departamento y el país. El precio de la gasolina, varia conforme a la oferta y la demanda, la cual depende también de la rigurosidad de los controles que ejerzan las autoridades venezolanas.


Los moto-taxistas: Motorizados asociados en empresas informales que se compiten entre sí, prestan el servicio de transporte de “pasajero” entre la parada y San Antonio, sirven de mensajería express a los que manejan los informales fronterizos y son la primera "linea de combate" en las protestas frente a las autoridades Venezolanas.









Los maleteros: Ubicados en San Antonio, a un lado del puesto fronterizo de la guardia nacional, transportan mercancías de contrabando a través de la trocha por el rio o por el puente, a pie o en bicicleta, desde San Antonio hacia la parada y viceversa. La mercancía es depositada en Ranchos construidos en las orillas del rio Táchira. Estos ranchos que tienen también valor inmobiliario se compran y se venden informalmente, de acuerdo a la oferta y la demanda a unos precios exorbitantes, consecuencia del beneficio económico que representa su tenencia.

Aparece una nueva “profesión” que consiste en atravesarse en la “cola” a detener el tráfico de vehículos que avanza lentamente por la autopista, para permitir el paso de los vehículos que se “cuelan” por los laterales de la misma, a cambio de una monedita.

Estamos ante la presencia de nuevos enlaces sociales, nuevas relaciones interpersonales y de negocios, nuevos conceptos de autoridad, legalidad y propiedad, todos por fuera del dogma y regulados dentro de una escala de valores propia, aunada al rechazo de la legalidad formal de los estados.



En el recorrido de Flâneur por este espacio urbano, no genera la ansiedad que debería contener un paso internacional, sino que pareciera que pertenece a un mismo lugar, a un espacio familiar, utilizado por actores varios que se han apropiado es él y de los que pasan desapercibidos y desapercibiendo. El ejercicio de deambular por el puente sin otro interés que el paseo ocioso, descubre experiencias al encontrarse con un mundo marcado por la informalidad, tan surrealista que se hace cotidiano y nos altera los valores de lo normal y lo legal, y nos enfrenta al afán de los usuarios, sean del lugar o pasajeros, para los cuales el puente se transforma en un obstáculo, una talanquera que se debe atravesar por obligación y que separa en dos la actividad, antes y después de pasar.


La línea fronteriza, solo existe en los planos que edita Bogotá y Caracas, el escudo que señala la frontera y el cambio de pasamanos pasa inadvertido por los que lo recorren a pie o en carro. El recorrido se hace tolerante, interesante y es atropellado por lo que quieren alcanzar la otra orilla para llegar rápido, el puente es un estorbo. Los de a pie, lo pasan por evitarse la espera en el trancón, porque, lo que tiene que hacer no justifica un transporte motorizado, porque debe pasar lo que compró y en carro se arriesga a que se lo quiten o le cobren matraca, porque tiene que sellar, porque tiene sus negocios aquí y allá.


Los que pasan en vehículos, tampoco les interesa; también es un estorbo un recorrido inoficioso y desapercibido, sin ninguna importancia, solo se debe pasar. Por el lado izquierdo, desde Venezuela hacia Colombia a unos doscientos metros sobre el rio Táchira, se ve la fila de maleteros, que como hormigas pasan la trocha llevando alimentos, materias primas y mercancías de un lado a otro. Al otro lado escuchamos todavía a Juanes, Bose, Sanz, Vives, Velazco, Guerra y Montaner, diciéndolo a Chávez que en la frontera no necesitamos “botellones”, necesitamos paz, o como dicen sus actores, “que dejen trabajar”; el monte invadió las pilastras y acalla poco a poco el eco del concierto.









El recorrido se impregna de un diálogo silencioso, de múltiples relaciones informales, contradictoras de la legalidad, pero aceptadas por la cotidianidad y la costumbre. El puente ya no es una obra de ingeniería vial, es por donde se pasa la vida, por donde transcurren los días rebuscando una oportunidad, el puente no es de nadie, no es cierto lo que dijo la academia, que la mitad es de Venezuela y la mitad de Colombia, el puente es del que lo pasa y del que no lo nota, no hay adentro, ni afuera, la línea es una mentira y el significado ya tiene otro significante.

Escrito presentado en la catedra de Estética, Ciudad y Arquitectura, de la Maestria Arquitectura, Ciudad e Identidad, de la Universidad Nacional Experimental del Táchira.























DISEÑO Y CONSTRUCCIÓN
VIVIENDA BIFAMILIAR - TALLER DE CONFECCIONES
CÚCUTA COLOMBIA







Diseño Arquitectónico
Arq. JORGE BITAR RAMÍREZ
JHIME SANTOS JAIMES
JORGE ANDRÉS BITAR Q.





CARVEN VIAJES S.A.

CARVEN VIAJES S.A.
BARRIO OBRERO
SAN CRISTOBAL - VENEZUELA













Diseño:
Arq. Jorge Bitar Ramírez
Jhime Santos Jaimes
Jorge Andrés Bitar Q.

ARQUIBITAR ARQUITECTOS
2010